"El lobo estepario" de Hermann Hesse (Fragmentos)

│Expandir Contenido + │ │ Contraerlo - │ Fuente + │ │ - │
"Es algo hermoso esto de la autosatisfacción, el no tener preocupaciones, estos días llevaderos a ras de tierra, en los que no oímos la voz del dolor ni del placer, en donde todo nos hace andar de puntillas y entre susurros. Ahora bien, conmigo no se da el caso, por desgracia, pues yo no soporto precisamente con facilidad esta media satisfacción, pues al poco tiempo me resulta intolerablemente odiosa y repugnante, y tengo que refugiarme desesperadamente en otros ambientes, de ser posible por la senda de los placeres y otras veces, también por necesidad, por el camino de los dolores...
+/-Continua
Cuando he estado una temporada sin placer y sin dolor y he respirado y vivido los días insípidos por buenos y sin alteraciones, entonces mi alma se llena de un sentimiento infantil tan dolorosamente miserable, que al adormecido dios de mi insatisfacción le tiraría a la cara la mohosa lira de mi gratitud, y más me gusta sentir dentro de mí un dolor ardiente y endemoniado que esta confortable temperatura. Entonces se hincha en mi interior un fiero afán de sensaciones, de fuertes impresiones, una rabia de esta vida degradada, superficial, sujeta a normas, un deseo irresistible de derribar alguna cosa, por ejemplo, unos grandes almacenes o una catedral, o a mí mismo, de cometer idioteces, de arrancarle la peluca a algunos ídolos generalmente respetados, de regalar a algunos muchachos rebeldes el boleto para que se trasladen a Hamburgo, de seducir a alguna una jovencita o de retorcerle el pescuezo a algunos representantes de la ley y el orden. Porque esto es lo que yo más detesto de mi fuero interno; esta autosatisfacción propia, esta comodidad y salud, este cuidado optimismo del burgués, esta bien alimentada y próspera disciplina de todo lo mediocre, normal y corriente".*


"Así fui a dar, en una hora ya muy avanzada de la noche por un suburbio extraviado y para mí casi desconocido, a un restaurante, detrás de cuyas ventanas resonaba una violenta música de baile. Sobre la puerta leí al entrar un viejo letrero: «Al Águila Negra» Y dentro había un ambiente de juerga y algarabía, de muchedumbre, humo, vaho de vino y gritería; en el segundo salón se bailaba, allí se debatía furiosa la música de danza. Me quedé en el primer salón, lleno de gente sencilla, en parte vestida pobremente, en tanto que detrás, en la sala de baile, se divisaban también figuras elegantes. Empujado por la multitud de un lado a otro por el salón, me quede apretado contra una mesa cerca del mostrador; en el diván junto a la pared estaba sentada una muchacha bonita y pálida, traía un vaporoso vestido de baile, con gran escote, en el cabello una flor marchita. La muchacha me miró con atención y amablemente cuando me vio llegar; sonriendo, se hizo un poco a un lado y me dejó sitio.
-¿Me permite? -pregunté, y me senté junto a ella.
-Naturalmente que te permito -dijo-. ¿Quién eres tú que no te conozco?"...*

*Escena de "Steppenwolf" 1974 dirigida por Fred Haines


*Hermann Karl Hesse (1877 – 1962) Escritor, poeta, novelista y pintor suizo de origen alemán.